psicologavecindariomariajesus ESTRATEGIAS PSICOLÓGICAS PARA LA MODIFICACIÓN DEL COMPORTAMIENTO ALIMENTARIO
ESTRATEGIAS
PSICOLÓGICAS PARA LA MODIFICACIÓN DEL COMPORTAMIENTO ALIMENTARIO
La intervención psicológica en la conducta alimentaria no es
una tarea sencilla, ya que, además de los múltiples aspectos que influyen en
ésta, existen algunas dificultades específicas que es necesario tomar en
consideración.
Problemas que presenta la
intervención psicológica
El primer problema
que se puede plantear, especialmente en personas sanas, consiste en que éstas
tienen que percatarse de que su forma de comer puede suponer un riesgo para su
salud en el futuro, y que introducir algunos cambios en sus conductas
habituales es una forma eficaz de prevenir ciertos trastornos orgánicos y de
aumentar la salud y el bienestar.
El segundo problema
consiste en que las consecuencias -positivas o negativas- de la conducta
alimentaria sobre la salud ocurren a largo plazo, dificultando la vinculación
entre ambas; por el contrario, a corto plazo, la conducta habitual suele
resultar gratificante, sobre todo porque implica una relación favorable en la
razón costes/beneficios.
El tercer problema, trata de que no es posible -ni tan
siquiera deseable- modificar todas las conductas alimentarias incorrectas, por
lo que, en los casos en que se hayan detectado varios comportamientos
potencialmente contraproducentes para la salud, habrá que seleccionas algunos
de éstos, posponiendo los restantes para una etapa posterior. Esta selección
deberá de regirse por algunos criterios, basados en la viabilidad del programa
y en la razón costes/beneficios, siendo aconsejable comenzar por modificaciones
sencillas que el paciente pueda llevar a cabo con éxito, sin grandes
inversiones de esfuerzo personal.
El cuarto problema se refiere a que, la modificación del
comportamiento alimentario habitual suele implicar la introducción de cambios
en otros aspectos de la vida de las personas, cuestión que habrá de ser
considerada con especial atención. P. ej., levantarse media hora antes para
desayunar, reorganizar las actividades habituales...Además estos cambios pueden
afectar a otras personas con las que convive.
El psicólogo deberá dominar algunos aspectos básicos sobre
nutrición. En el Centro Beatriz seguimos la Guía de la Nutrición y la Salud
(Facultad de Ciencias, UNED, 1999). Así mismo el psicólogo debe delimitar sus
propios cometidos de los del resto de los profesionales.
En líneas generales, la intervención psicológica en la
conducta alimentaria habitual tiene como meta fundamental el desarrollo del autocontrol del
paciente, que constituye el eje en el que se articula el aprendizaje de
diferentes recursos que lo ayuden a afrontar y resolver los problemas que
puedan obstaculizar el logro de sus objetivos.
Tanto si la intervención se plantea individual, como si se
dirige a un grupo más amplio de personas, el autocontrol constituirá el punto de referencia común de las
distintas estrategias y técnicas oportunas para cada problema. Sin embargo,
cuando se trabaja en la modificación de la conducta alimentaria en niños de
corta edad, el trabajo psicológico estará enfocado al entrenamiento de los
adultos con quienes conviven los niños, adiestrándolos en la aplicación de
técnicas operantes y de modelado.
El programa de intervención psicológica en este contexto
puede organizarse en tres fases, enmarcadas por el proceso de evaluación, que
precede y acompaña a todas las secuencias de la intervención y que, en sí
misma, puede constituirse en una parte importante de ésta, contribuyendo a
desarrollar las habilidades de autoobservación y Autorregistro, además de
aumentar la percepción de control del cliente.
1ª fase.
Incluye las acciones orientadas, prioritariamente, a los ámbitos cognitivo y motivacional, necesarios para cimentar la
decisión y el compromiso del cliente en su propio proceso de cambio, e
implicarlo de forma activa en el logro de sus propósitos. La información
facilitada al paciente, el ajuste de
expectativas, el análisis de los criterios para la toma de decisiones, la
selección y establecimiento de objetivos y el aumento de la percepción de
control, que constituyen diferentes vías para lograr el estado motivacional
adecuado para que el paciente perciba y valore la modificación de ciertas
conductas, considerando el proceso como necesario, beneficioso y posible. Esta
etapa tiene, por tanto, un marcado carácter cognitivo-motivacional.
2ª Fase.
Agrupa las acciones orientadas a
implementar en el cliente las habilidades y recursos adecuados para lograr los
cambios en el comportamiento alimentario, seleccionadas con arreglo a la
información derivada del análisis funcional. Este período, guiado por la
naturaleza de las técnicas de
Modificación de Conducta, conlleva, de forma inseparable, la aplicación de
estrategias dirigidas a mantener la
motivación y fortalecer la percepción de autoeficacia, iniciadas en la fase
precedente.
3ª Fase.
Está orientada a consolidar los cambios logrados, previniendo recaídas y
facilitando recursos al paciente para subsanar eventuales fallos. El
autocontrol desarrollado por el paciente no sólo deberá facilitar el
mantenimiento de las conductas deseables, sino que, progresivamente, habrá de
ir disminuyendo su participación en la medida en que los hábitos se vayan
consolidando. Sin embargo, conviene mantener un relativo estado de alerta
durante un período tiempo suficientemente largo y, en especial, ante
circunstancias que puedan propiciar una recaída, con objeto de minimizar este
tipo de riesgo.
Referencia bibliográfica
Buceta, J., Bueno, A. M., & Mas, B. (2001). Intervención
y salud: Control del estrés y conductas de riesgo. Madrid: Dykinson.
C/ Tunte,6
Vecindario (Frente al Centro Comercial Atlántico, a la derecha de la oficina de
correos)
Pedir cita:
630723090
Comentarios
Publicar un comentario